martes, 27 de diciembre de 2011

Vecino

 

El vecino toca todos los días el timbre de mi casa.  Hace dos meses que repite esa rutina. Llega siempre con el mismo  pijama de colores gastados. Pregunta por su madre. Se llama Estela, dice. Me observa con unos ojos rojos que irradian terror.  No sé donde está su madre, señor, le respondo. Todas las noches abre la puerta y le contesto lo mismo.  Ante cada negativa, el vecino baja la vista y vuelve desconsolado hasta su casa. Cuando llega a su jardín se sienta y coloca sus manos abiertas contra su rostro.  Esta mañana mi vecino tocó la puerta. Lo atendí un poco dormido. Como siempre preguntó por su madre. Esta mañana decidí  recordarle que a su madre la enterró hace dos meses en el jardín de su casa.

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